jueves, 9 de enero de 2014

Superman Origen de Geoff Johns y Gary Frank


 
La historia más grande jamás contada. Un planeta explota llevándose consigo todas las vidas salvo una. Un niño recorre solo el espacio hasta aterrizar en una pequeña villa de Kansas. El niño crecerá y se convertirá en el más icónico y poderoso ideal al que los seres humanos puedan aspirar.
El origen de Superman ha sido contado en muchas ocasiones y en distintos medios, la radio, el cine, la televisión y por supuesto, el comic, han narrado la aparición del primer superhumano en infinidad de ocasiones. Superman el origen, escrito por el célebre y omnipresente Geoff Johns y dibujado por el no menos popular Gary Frank , es la última reescritura del origen que se hizo antes de la tábula rasa denominada The New 52 y por tanto el último origen oficial del Superman nacido en 1986 a manos de John Byrne.
 
El reto de reimaginar un mito profundamente instalado en la consciencia occidental es siempre difícil y el respeto por el personaje ha hecho que a menudo las variaciones del nacimiento del hombre de acero sean mínimas y consistan mas en una ampliación de los hechos que en su alteración. El trabajo de Johns en esta obra continua esa tradición y nos ofrece un origen canónico que sintetiza muchísimos elementos de la mitología del hombre de acero como homenaje a toda su historia. Un relato tremendamente clásico que aúna los que pareciesen, a priori, elementos más interesantes de esa mitología, e intenta construir, consiguiéndolo en muchos momentos, un Superman muy realista y sobretodo, humano.
Para ello Johns obvia la parte del relato que alude directamente a la destrucción de Krypton y nos sitúa desde el comienzo en la adolescencia de Clark Kent en Smallville, un Clark que apenas comienza a descubrir todos sus poderes y que se manifiesta inseguro y cada vez mas retraído de sus relaciones con los demás, anticipando el joven casi traumatizado que recientemente pudimos ver en el film El hombre de acero de Zack Snyder (película que recoge muchos elementos de esta obra), pero que también es heredero directo de la serie Smallville que queda homenajeada ya en la estética de instituto e incluso en la ropa del propio protagonista. Johns profundiza en todos los elementos que rodean al personaje en aquellos primeros años y es capaz de demostrar su talento a través de una gran construcción de personajes, sobre todo de los padres adoptivos de Clark, Jonathan y Marta, y de su relación con Lana Lang. El guionista aprovecha también estos primeros años para introducir otros elementos importantes como la kryptonita o a Lex Luthor, transgrediendo en apariencia la historia que Byrne nos narró en la miniserie Man of Steel y volviendo en cierta medida a la continuidad pre Crisis en tierras infinita al recuperar un Luthor adolescente, a Superboy, la Legión de superhéroes (posiblemente lo que mas molesta de esta historia, pues rompe de pleno el relato realista que parecía querer desarrollar en un principio y que se posterga hasta el final y que sin embargo aquí se disuelve en un ejercicio nostálgico de fan, que Jonhs pudo bien haberse ahorrado o guardado para otra ocasión en pos de una mayor unidad en el tono del relato) e incluso Krypto, reinsertado de pleno en la continuidad de aquel momento. Lo que Johns parece querer conseguir son sutiles alteraciones de la historia primigenia de forma que no terminen de enturbiar la redefinición de Byrne. Así los padres adoptivos de Clark siguen vivos y las actividades de Superboy pasan desapercibidas, de forma que la aparición del héroe adulto seguirá siendo una gran sorpresa y acontecimiento cuando suceda.

 
Esta primera parte en Smallville intenta apropiarse en gran medida del éxito de la serie de tv, e incluso ofrece referencias directas a la misma en, por ejemplo, el descubrimiento de la visión calorífica o de la nave espacial que trajo a Clark a la tierra y que sus padres esconden en el granero. Sin embargo el homenaje que nos brinda estas páginas se extiende más allá y junto a estas referencias encontramos otras a los cristales  kryptonianos ideados por Donner en 1978, la escena de la cosechadora en Superman III de Richard Lester… y un sinfín de detalles engarzados en el adecuadísimo estilo cinematográfico con que la pareja Johns-Frank estructuran el relato, referencias múltiples que se volverán aun mas explicitas cuando un Kent adulto llegue a Metrópolis.
La gran ciudad va a devolvernos al patoso periodista que funciona de mascara perfecta para el ser mas poderoso del mundo, una caracterización deudora de la interpretación del personaje que Christopher Reeve nos regaló hace treinta años y que llega incluso a la mimetización del físico del actor en los lápices de Gary Frank. El homenaje a la obra cinematográfica de Richard Donner se alarga cuando Superman se presenta en sociedad rescatando a la siempre enérgica Lois Lane, helicóptero incluido, y nos recuerda que Johns comenzó su carrera como ayudante del director norteamericano y la devoción que siente (que todos, creo yo, sentimos) por aquella primera película del último hijo de Krypton. Pero esto no se trata, como hemos dicho, de un remake, sino de muchos, y así el desarrollo de su primera aventura enfrentará al nuevo defensor de Metrópolis contra un Luthor que sintetiza la visión clásica como científico loco y su concepción postCrisis como importante y egocéntrico hombre de negocios con ansias de dominar la ciudad. Johns retrata la maldad de Luthor en forma de ego exacerbado que no se conforma con el poder sino que precisa de la adoración que confirme su superioridad, su anhelo de ser el mas importante hombre del mundo. Un burócrata implacable en los despachos y un científico sin escrúpulos en el laboratorio.
En esta segunda parte, la primera aventura de Superman se muestra ejemplar y presenta la primera confrontación con su archienemigo partiendo de los elementos establecidos por Byrne que sitúan a Luthor como enemigo en la sombra, manipulador implacable que aquí, gracias a su labor científica, posibilita la aparición de otros supervillanos clásicos como Parásito y Metallo, cuya inserción en el libro marcan el desarrollo de la acción que hasta ahora había estado convenientemente contenida, una de las mayores virtudes de esta obra, mucho mas interesada en desarrollar la humanidad de los personajes que en mostrarnos nuevamente un simple intercambio de golpes.

 
Como vemos Johns se plantea la tarea de reunir los elementos mas interesantes de la historia de Superman y hacerlos confluir orgánicamente  en la continuidad de aquel momento bajo una estructura de homenaje, de recapitulación, de visión antropológica y  reintegradora, sin embargo no podemos obviar que bajo esta premisa inevitablemente se esconde también un relato poco sorpresivo, demasiado funcional, que busca poder hacer de nuevo accesible la historia del mas celebre superhéroe a cualquier aficionado o profano. Johns es muy buen escritor, y conoce muy bien lo que está escribiendo, se mantiene en todo momento respetuoso y eficiente, pero a veces eso parece enfriar una historia que en momentos, sobre todo a partir del viaje a Metrópolis, resulta demasiado cordial y que nunca confronta las previsión del lector. Por su parte Gary Frank es una montaña rusa, su estilo a priori atractivo a veces se afea en la expresión de los rostros y  una apática elección de los encuadres, en algunas páginas y viñetas el talento del artista sin embargo explota ofreciendo instantáneas cargadas de belleza y humanidad, en definitiva nos muestra un trabajo irregular, aunque siempre atractivo y por momentos brillante.

Superman origen es una obra asequible a cualquier lector de cómics, el neófito y el experimentado, el que busca entretenimiento eficaz y el que aspira a algo mas,  mermada quizás por su poca capacidad de sorpresa, el poco riesgo asumido, que  reduce enteros a una obra por lo demás disfrutable, e incluso por momentos salpicada de emoción sincera ante la historia más grande jamás contada.


David Mayo

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